Un odio y una tierna amargura, acechan tu vientre...
los petalos de rosas que contemplan tu cuerpo.
De tu sexo crece la hierba en la que reposan mis manos,
manos embrujadas por tu encanto...
Es lo mejor que tenés.
Y no me cuesta reconocer que sos mi droga favorita
y a la vez mi granja de rehabilitacion
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